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Al pasar por el portal de la muerte nuestros pensamientos conllevan el anhelo de llegar a ser mundo y nuestra voluntad el anhelo de llegar a ser hombre. Pero, al alcanzar el punto de “la hora de la media noche de la existencia” estas fuerzas se invierten: nuestros pensamientos anhelan llegar a ser hombre y nuestra voluntad anhela llegar a ser mundo.
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